Cannes versus Colonia, la batalla del siglo
Cannes no necesita mucha introducción en el contexto de nuestro arte y nuestra industria, todo el mundo sabe que allí hay un festival de cine, y la mayoría sabemos que se trata, por diversas razones, del festival más importante del mundo. Una de las razones es, por ejemplo, el número de periodistas acreditados: más de 5.000, me parece (algo que ningún otro festival supera). Otra razón parece ser el número presente de compradores de películas. Seguramente habrá más razones, tanto tangibles como intangibles, y, cómo no, el glamour y la historia de un festival que supo crear una marca irresistible para patrocinadores, prensa, cinéfilos y profesionales que trabajamos en esta industria y utilizamos el evento como una plataforma de intercambio de ideas, proyectos, derechos de difusión, fuente de información y lugar de relaciones públicas y personales de todo tipo. Si te quieres comprar el cartel del festival en tamaño pequeño, tienes que invertir 25 euros. Parece caro, pero se vende mucho. Eso sí, el de este año fue particularmente bonito, con Catherine Deneuve en blanco y negro, haciendo gala de su melena en un gesto de pura elegancia francesa. Teniendo en cuenta el número de gorros y camisetas luciendo la Palma de Oro, tanto en la propia Croisette como en el aeropuerto de Niza, se ve que la marca funciona. Cannes siempre es bueno para las polémicas, también. Este año, los temas más populares fueron el altercado del director del festival con un policía municipal, a raíz de una infracción de tráfico del primero, así como la extraña selección de películas en competición, un poco floja y decepcionante. Los detractores de Thierry Frémaux se frotaban las manos, viendo en ello el principio del fin.
En todo caso, para muchos la mejor película del festival fue la española ROBOT DREAMS de Pablo Berger, una joya de cine de animación que se mereció un pase especial y el cariño del público y la prensa. Los “viejos dinosaurios”, o sea directores consagrados y habituales del festival, en su mayoría decepcionaron con películas menores, quizás salvando la de Aki Kaurismäki, que tuvo muy buenas críticas, pero también pareció un poco más de lo mismo. No me corresponde criticar a nadie, no se trata de eso. Pero quizás sí me apetece advertir de un cierto peligro que noto en el ambiente. El peligro de aburrir a los amantes del cine con películas viejunas o insignificantes que no estén a la altura de lo que el público realmente quiere. Esta práctica, la de hacer películas al margen de las tendencias de audiencias, se podía mantener durante muchas décadas, mientras aún no existían otras ofertas de ocio audiovisual más sofisticadas, como por ejemplo los videojuegos. Otro peligro, aparte de mantener cierta asimetría entre la oferta y la demanda en el caso de las películas, es nuestra miopía ante un cambio de paradigma que se está produciendo y que es, realmente, enorme.
Si alguien todavía duda del poderío de los videojuegos, que vaya a darse una vuelta por Colonia durante la feria Gamescom a finales de agosto. Muchos piensan que el Marché du Film de Cannes es un evento super potente. Quizás después de ver lo de Gamescom cambiarán de idea, porque Gamescom se come al Marché du Film, teniendo en cuenta su tamaño a pesar de su relativa juventud (catorce ediciones). A menudo se nos olvida que el sector de los videojuegos vale mucho más, económicamente hablando, que los sectores del cine y de la música juntos, hablando de facturación. Es también el sector con mayor crecimiento interanual, con diferencia. En nuestro boletín podéis descubrir algunos informes que hablan de esto. El informe de Europa Cinemas sobre la recuperación de las cifras de audiencias del cine europeo en sus salas es positivo, incluso optimista. Nos debemos alegrar de ello. Eso sí, cuando vemos las cifras de audiencias de las películas, incluyendo la Palma de Oro del año pasado (EL TRIÁNGULO DE LA TRISTEZA), nos atraviesa un rayo gélido, porque “nomen est omen”, nos puede invadir una profunda tristeza, por la modestia de los ingresos que genera nuestro mejor cine en la taquilla. Especialmente, si luego vamos al libro blanco de DEV, o al informe presentado por la Comisión Europea, el Media Industry Outlook, donde se ponen en evidencia unos datos de usuarios de videojuegos que son motivo de gran envidia por parte de las otras artes audiovisuales. Ahora, algunos diríais que no se pueden comparar el cine y los videojuegos. Pero, ojo, realmente estamos -los del cine y la TV- compitiendo con los videojuegos, porque ambas industrias están tratando de hacerse con el tiempo de los “espectadores/usuarios” y monetizar este tiempo para luego reinvertir el dinero en más producciones. La clave de nuestro futuro como industria audiovisual, especialmente del cine y de la televisión, son los jóvenes. Los niños y adolescentes de hoy serán nuestras audiencias del futuro, que no se nos olvide, ni tampoco a la hora de decidir qué historias queremos contar. Y, no nos olvidemos del informe Nostradamus, que suele ofrecer una visión transversal muy interesante. Este año se titula EVERYTHING CHANGING ALL AT ONCE (Todo cambia de repente), y veréis que mi visión personal, por muy limitada que sea, no parece del todo equivocada.
Los que me conocéis sabéis que soy optimista. Hoy lo soy gracias a ROBOT DREAMS. Esta película, que en su día fue apoyada por MEDIA desde su desarrollo, es un buen ejemplo de cómo romper las ataduras que impiden la frescura y la innovación. Un director español absolutamente fabuloso y versátil adapta un tebeo americano, una historia de amistad entre un perro y un robot. Para el Sr. Berger, la animación es algo totalmente nuevo, lo cual convierte el proyecto en aún más loco. Las productoras involucradas apuestan por el proyecto, a pesar de su riesgo, porque saben que, si sale bien, va a emocionar y sorprender a un público amplio, incluyendo los jóvenes. Resultado: la película va a Cannes, convence, se vende en el mundo entero y el distribuidor norteamericano es nada más y nada menos que Neon, casi el non plus ultra de los distribuidores de cine de gran calidad, al menos desde que triunfaron con PARÁSITOS. A partir de ahora, ROBOT DREAMS ya no tiene límite, lo puede conseguir absolutamente todo. Que se cumplan los sueños más locos de Pablo Berger y sus productores, vamos. Se dice que quien no arriesga no gana. Aquí tenemos un magnífico ejemplo de ello.
El cine no va a morir, por muchos videojuegos que haya en el futuro. Pero va a cambiar. Tiene que cambiar, si quiere afirmarse como una opción de ocio viable. Si conseguimos hacer crecer a nuestro talento, a nuestros proyectos y a las empresas que producen y distribuyen nuestro cine, todo saldrá bien. Las televisiones y las plataformas nos ayudarán en ello. Europa Creativa MEDIA también ayudará, como siempre, con distintas líneas de actuación complementarias que tienen un objetivo común: fomentar las colaboraciones entre los mejores, para que sus producciones tengan las dimensiones necesarias para poder conectar con un público amplio que busca un contenido de calidad. E incluso si el cine muere, no pasa nada, porque renacerá, como ya lo ha hecho varias veces durante los más de cien años de su existencia. La historia del cine está repleta de nombres de directores, productores y películas que una y otra vez han sabido devolverle al Séptimo Arte su vida y su relevancia en nuestra cultura y sociedad. Uno de estos nombres es Pablo Berger.
Que la Musa os acompañe a todos/as.
Saludos cordiales,
Peter Andermatt
Director Oficina MEDIA España